martes, 26 de abril de 2011

En Costa Rica: Biblioteca Indígena Boruca conquista a niños y niñas

El dios Theut ha visitado a Thamus, rey de Egipto, para presentarle la escritura, el más reciente de sus inventos. Según el hacedor, las letras alimentarán la memoria y la sabiduría del hombre, pero el rey Thamus replica lo contrario: la escritura provocará el olvido pues la gente dejará de ejercitar su memoria y, en lugar de buscar el conocimiento en su interior, lo buscará fuera de sí misma, en los libros. Este mito es narrado por Sócrates en Fedro, uno de los diálogos de Platón.

Con la ventaja de la experiencia, hoy podemos decir que el genio del dios Theut era incomprendido por el rey Thamus.

Si con los libros acudiese el olvido, los habitantes de la reserva indígena Boruca ya habrían enterrado la figura de Cuasrán, el mítico indígena que se rebeló contra los españoles y cuya historia se ha transmitido de generación en generación. “Cuasrán es quien nos protege y quien cuida nuestras montañas”, afirma Óscar Leiva Morales, profesor de lengua boruca en la Escuela Doris Stone.

Sus estudiantes saben muy bien quién es aquel legendario indígena. En su clase, Morales encuentra una policroma máscara y pone a prueba a sus alumnos. “¡Es Cuasrán, el que se lleva a los chiquitos no bautizados!”, responde un animoso niño. Como un libro, la leyenda de Cuasrán permite múltiples interpretaciones.

Lejanos libros. Para llegar a la Escuela Doris Stone, en la reserva indígena Boruca, fue necesario recorrer los 15 kilómetros de un camino serpentino, claro y empolvado, a veces interrumpido por tramos arcillosos que anuncian la cercanía de las lluvias.

La gran mayoría de los cerca de 3.000 habitantes de este pueblo son indígenas borucas. Las excepciones son personas que llegaron desde afuera y se establecieron aquí, capturadas por el paisaje agreste, o habitantes de la zona que viajaron a San José y volvieron con “pareja blanca”.

En la escuela, todos los funcionarios son indígenas, menos Vivian Valverde, encargada de atender el aposento predilecto de los 260 niños que aquí estudian: la biblioteca. “Les gusta tanto que, a la hora del recreo, la mayoría se viene para acá”, cuenta Valverde.

La biblioteca se ideó el año pasado, pero comenzó a funcionar oficialmente hace un mes. Huirá Egui U es su nombre, expresión boruca que, llevada al español, significa “Casa del Saber”.

Lea la información completa en el siguiente vínculo:
http://www.nacion.com/2011-04-24/Ancora/NotasDestacadas/Ancora2747327.aspx


Fuente: Diego Jiménez Fonseca. “¿Para qué bibliotecas sin niños?” La Nación, 26, abril, 2011.

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