lunes, 12 de julio de 2010

FILGUA VII: FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO EN GUATEMALA

La VII Feria Internacional del Libro en Guatemala se iniciará el viernes 16 y finalizará el 25 de julio. Esta edición, según la organización, busca sensibilizar al público al cuestionarlo sobre si el estilo de vida que llevan es amigable con la naturaleza, pues con ello augura un buen futuro para el medioambiente. La Gremial de Editores comenta que “Filgua tiene el objetivo de presentar soluciones aplicables a la realidad nacional y que van dirigidas a personas, empresas y organizaciones”. La sede será en el Parque de la Industria (8a. calle 2-33, zona 9). Admisión Q5 adultos; los niños entran gratis

La mitad del año trae consigo expectativa e ilusión entre intelectuales y lectores de Guatemala. Lo que llama su atención no es otra cosa que la esperada Feria Internacional del Libro en Guatemala: Filgua VII. Y esto desde muchos aspectos.

Quizá el primero resulta de aquello de ponderar una temática para saber de qué va todo el asunto, y que luego haga la síntesis sobre lo que se está produciendo, desde todo tipo de género literario, con relación al contexto guatemalteco.

Por un país de lectores, el tema principal se interpreta como el motor de la actividad. Hay ferias literarias, en otras partes del mundo, que no abordan un tópico específico, no lo necesitan, como la Feria Internacional del Libro en Bogotá, Colombia; otras, no obstante, como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, construyen un contenido in situ y casi sin querer: el caso del año pasado para esta feria tapatía fue la Narcocultura, por ejemplo.

Filgua VII se acerca al público guatemalteco lanzando un gancho que va de ecologista y se remite al cambio climático. De esta situación, los organizadores explican: “Queremos abordar el problema del cambio climático, en la esperanza de ser parte de los que ven el escenario energético del futuro como propio, además de estar conscientes de que es nuestra responsabilidad social empresarial”.

A pocos días de comenzar Filgua, ya se comenta el punto irónico de yuxtaponer libros y árboles; o como lo hacía hace unas semanas el editor de Vueltegato Editores, Pablo Bromo, en una entrevista: “Eso sí que es una paradoja y un descuido de conceptos. Imprimir libros, todos lo sabemos, es sinónimo de talar árboles al por mayor, ¡y aquí están pensando en una feria del libro con preocupaciones ecológicas!”.

Entonces, siendo un poco críticos, la pregunta sería ¿hay una temática más adecuada para Guatemala desde el esquema editorial? “El problema no es tanto el tema en particular, sino la creatividad con que éste se explote”, comenta Raúl Figueroa, librero a cargo de F&G Editores, quien agrega que “hay otros temas, que tal vez podrían atraer otros públicos: derechos humanos, literatura indígena, o algo muy urgente en Guatemala: la impunidad”.

Un por qué y para qué: Por supuesto que definir el tema central es un acto colateral de la Feria, una eventualidad por así llamarle. El dedo en la llaga de una exposición literaria consiste en su propósito. ¿Para qué un evento de este tipo?, la pregunta.

Y la respuesta: gritar al mundo que existimos como país a través de los libros. Lo que deviene de un encuentro editorial, es decir, “una meta para el lanzamiento de nuevas ediciones; una tribuna desde la cual dirigirse a funcionarios, autoridades y gran público, con mensajes importantes sobre la creación literaria, la producción editorial, la importancia de las bibliotecas”, como comenta Irene Piedrasanta, socióloga y directora de editorial Piedra Santa.

Ante este punto, Raúl Figueroa se cuestiona la necesidad de una feria bajo el término “internacional” comparada con algo “provincial”. Él dice: “Yo creo que Guatemala no la necesita, pero Centroamérica sí. Tanto autores como editores, con excepción de los editores de texto escolar (mayoría en la junta directiva actual de la Gremial de Editores) perseguimos que nuestros libros vayan más allá de las fronteras del país donde editamos”.

Esta dinámica de la Feria es quizá la más criticada de parte del público y editoriales. Si bien existe la presencia de empresas de otros países, no son aquellas que mueven el mainstream global de la literatura. De esto, Gerardo Guinea, de Magna Terra Editores, apunta: “Uno esperaría que la feria tuviera más participación internacional, es decir, escritores y editoriales de otros países (Planeta, Seix Barral, Anagrama, Sudamericana, ERA, Mondadori, entre otras). Además, mayor cobertura mediática y alguna vinculación con la provincia. Eso es fundamental, traer a los estudiantes a la feria, por ejemplo”.

Pero cómo enmendar, si es posible, la condición de llegar al escaparate mundial de la literatura. La construcción de la estructura editorial es un proceso de varios años; la amplia distribución es difícil, pero no imposible, como lo sabe y sugiere el ingeniero Anacleto Medina Gómez, ejecutivo de Editorial Universitaria.

Medina considera la posibilidad de superar el conflicto con una política de gobierno que estimule a pequeños y grandes empresarios de la industria editorial, por medio de exposiciones internacionales de la producción del libro guatemalteco. Quizá Pablo Bromo expone este mismo sentido pero de un modo más ameno: “El Gobierno debería invertir en una campaña institucional, amigable, que celebre el libro en toda la ciudad e inclusive el país (vallas, publicidad en paradas de buses, TV, radio, etc.). Algo muy parecido a la temporada de elecciones, cuando ves el país saturado de banderas políticas; en este caso, una sola bandera: el libro”.

La pequeña estructura: La idea inicial de Filgua se da en el año 2000. La mayoría sabe que se originó previendo una feria cada 2 años, lo cual cambió a partir del año pasado. Ahora se realiza cada año.

“Era necesario crear una feria anual debido al crecimiento editorial en el país; no queríamos que, debido al tiempo, un sinnúmero de publicaciones quedaran fuera“, explica la actual Gremial de Editores. Sin embargo, Raúl Figueroa, uno de los gestores y protagonistas inaugurales que se retiró de la organización de la Feria a principios de 2009, explica que “la idea era abrir un espacio en donde autores y editores de Centroamérica pudieran sentirse seguros de que podrían encontrar a alguien de fuera interesados en su obra”. Sobre esta marcha, la tesitura de la Filgua no se ha visto afectada profundamente y resaltan, entre sus participantes, todas esas editoriales muy pequeñas de Centroamérica, que tiran sus anzuelos de producción esperando que pique un pez gordo, de aquellos internacionales, y se establezca así un vínculo primordial. Y a su vez que el público lector los ubique y les preste respetada atención, que es de lo que trata todo.

Continuar leyendo en el enlace siguiente:

Fuente: Oswaldo J. Hernández, "Filgua 2010". Siglo XXI.com, Guatemala, 11, julio, 2010. Disponible en: http://http//www.sigloxxi.com/magacin.php?id=14718

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